Después de una intensa y agotadora búsqueda, por fin encontramos el piso de nuestros sueños. Eso sí, de alquiler. Entonces firmamos un contrato, nos mudamos, compramos muebles, ponemos la vivienda a nuestro gusto y unos meses más tarde llega la sorpresa: el casero quiere vender el piso. ¿Te suena?
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